sábado, 2 de mayo de 2009

Star Trek: La Última Misión

Star Trek: La Última Misión


Capítulo 1:
Empezar de nuevo

Cuaderno de Bitácora del USS Enterprise.
Nueva Fecha Estelar 0000.4:
Como último acto de despedida, hoy se celebrará en el puente de mando un funeral por el alma de James T. Kirk, oficial de la Flota Estelar. Debido a la desaparición de su cuerpo, el acto se reducirá a un breve discurso por el Capitán Spock. Una vez finalizada dicha ceremonia, la nave será reformada para albergar un museo conmemorativo de las misiones que en ella y en su predecesora han sido llevadas a cabo, y en las cuales se ha visto a menudo implicada la seguridad de la Galaxia.

Anotación Especial:
Como homenaje a James T. Kirk, le es reintegrado su antiguo grado de Almirante. Al mismo tiempo, todas las referencias que conciernan a la Nave USS Enterprise citarán la Nueva Fecha Estelar, que comienza a contar desde el momento en el que se produjo la desaparición de James T. Kirk. La resolución anterior no se hace extensiva al resto de las naves de la flota; sin embargo, los oficiales de cada una de ellas pueden decidir citarla, pero siempre unida a la Fecha Estelar tradicional. Dichas decisiones tienen carácter inmediato.


En el puente todo era silencio, la gente se miraba, incrédula ante la muerte del que durante casi treinta años había parecido ser inmortal. Todas las miradas confluyeron sobre la delgada silueta de Spock, oficial científico del Enterprise y compañero del capitán Kirk, mientras se encaminaba al estrado. Hizo una pausa reclamando atención y comenzó a desgranar las frases, con ese tono tan ajeno a la emoción que le era característico.

- Me han encargado que pronuncie unas palabras para despedir al tristemente desaparecido oficial de la flota, el capitán James T. Kirk. No estoy seguro de que sea lo que ustedes esperan, pero me gustaría comenzar por los hechos que nos han llevado a todos a reunirnos hoy aquí.
Hace apenas unas horas, el que estaba destinado a ser uno de los días más gloriosos en la historia de la Federación se convirtió en un día de luto para todo el Universo. La nueva nave Enterprise acababa de ser bautizada, con la asistencia de tres miembros de la tripulación que durante treinta años había conducido a su predecesora de una punta a otra de la galaxia: Eran el capitán James T. Kirk, y sus buenos amigos Montgomery Scott y Pavel Chekov.
Durante el primer viaje de prueba se recibió un mensaje de socorro enviado por la nave Lakul, atrapada en una fuerza gravitacional, una cinta de energía. Fiel a su destino, el nuevo Enterprise acudió al rescate que, por una vez no fue totalmente exitoso... Sólo pudieron salvarse 47 de los más de 500 que habían quedado atrapados. Aún peor, el propio Enterprise quedó atrapado por la cinta de energía, y sólo el ingenio del Capitán consiguió liberar a la nave... Sin embargo, el precio que pagó fue su propia vida. Bien saben todos los aquí presentes que yo hubiera dado mi vida por la suya. Tal vez les parezca un comportamiento poco lógico para un vulcano, pero si hay algo que aprendí a lo largo de todos los años que pasé al lado de mi amigo, es que jamás debemos despreciar nuestros sentimientos.
No hace mucho fue él quien se vio en la situación de hablar en mi propio funeral, aunque como todos ustedes saben, para mí hubo una esperanza que al final se convirtió en realidad. Mi Katra seguía vivo en el Dr. McCoy, aquí presente, que soporto de alguna forma esta carga hasta que pudo serme devuelta... Jim arriesgó su vida por la mía, desafió a todo el Universo cuando volvió a buscarme a Génesis, e incluso perdió a su único hijo por mí... Ahora puedo suponer lo que estarán pensando: "Ojalá también hubiera una esperanza para él".
También supongo que me creerán loco cuando les digo que la hay: Mientras nosotros, los que durante tanto tiempo surcamos el espacio a su lado, sigamos vivos, él seguirá estando con nosotros. Incluso más allá, cuando todos los que hoy nos encontramos aquí hayamos seguido su camino, siempre habrá un capitán en alguna nave Estelar que tendrá su coraje, que estirará las normas hasta romperlas por salvar una vida, alguien suficientemente humano para comprender a su tripulación, alguien cuyo ego sólo sea comparable a su seguridad en sí mismo... En una palabra: Alguien que será lo que su tripulación necesite que sea.
Y entonces, cuando los demás lo miren, en el pensamiento de todos estará esta frase: "Sin lugar a duda, el Capitán James T. Kirk sigue vivo".
No te diré adiós, amigo mío, porque sé que nunca nos dejarás. Un buen capitán nunca deja a su tripulación, y tú has sido el mejor. Hasta siempre, James Tiberius Kirk, donde quiera que estés.

Sólo el silencio siguió a estas palabras de Spock. El vulcano que durante tantos años había evitado sus sentimientos por fin se enfrentaba a ellos y los dejaba salir libremente. Ése fue el homenaje de Spock a su compañero desaparecido. A su alrededor, toda la tripulación del Enterprise contenía a duras penas las lágrimas. Uhura, Chekov, Scotty, Sulu... Incluso McCoy estaba emocionado por sus palabras, aunque por supuesto jamás lo admitiría. No había cuerpo que enterrar, ni familia a la que dar el pésame. Ellos habían sido su familia durante toda su vida. Ahora, todos sentían que el padre había muerto. Lentamente abandonaron el puente de mando del Enterprise, su nave, la que había sido apartada del servicio ante la inminente puesta en servicio de la nueva: El Enterprise-B, como todos la llamaban. El suyo, el histórico, había caído en Génesis, destruida por su propia tripulación. La segunda versión, idéntica a la primera, ahora los acogía mientras esperaba para convertirse en el museo más realista que nadie pudiera soñar. "Ahora tendrán que hacer una sección nueva", pensó Sulu. Salió y las luces se apagaron. Todo había acabado.

Habían pasado dos semanas e Hikaru seguía sin poder dormir. Su nave, el Excelsior, llevaba dos semanas en el dique seco, con todos los ingenieros disponibles trabajando en unas "pequeñas averías", como las había llamado él mismo. Había pensado en aprovechar su permiso para descansar, pero cada vez que cerraba los ojos se encontraba a los mandos de nuevo, esperando una orden del capitán que nunca llegaba. Tanto tiempo como capitán de una nave Estelar y seguía soñando con volver a ser un simple piloto... Se sentía solo, y más aún cuando su hija llevaba tiempo en misión con el Enterprise-B... Para empeorar las cosas, no había vuelto a ver a nadie de la tripulación desde el funeral. Suponía que todos estarían tan deprimidos como él, así que no le extrañaba. Se levantó para ir a la cocina y prepararse un té cuando el timbre de la puerta sonó. Volvió sobre sus pasos y la abrió, sin ganas de atender a nadie.

- ¡Señor Spock!, ¿Qué hace usted aquí?
- Bueno, pensé que tal vez estaría usted dispuesto a acompañarnos en una breve expedición sentimental.
- ¿Acompañarlos? ¿Expedición?... ¿¡ Sentimental !?
Entonces se asomó un poco más y los vio:
- Uhura, Pavel, ¿Qué hacéis aquí?
- ¡Vamos Hikaru! -dijo Chekov- ¿No sabes preguntar otra cosa?
- Un momento, dejadme hacer mi equipaje y después iré con vosotros al fin de Universo si queréis.
- No es necesaria tanta prisa, señor Sulu -cortó Spock-, aún nos quedan unos cuantos cabos por atar, pero hemos concertado una cita dentro de cuatro días, en el muelle K. Vamos a dar un paseo en nuestra vieja nave.
- ¿En serio?, y qué piensa la Flota de todo eso
- Tranquilo Hikaru -ahora habló Uhura- están de acuerdo en que hagamos un viaje de nostalgia al lugar donde desapareció el almirante... ¿Vas a venir o no?
- ¿En serio esperas que deje a Pavel solo a los mandos?. ¡Allí estaré!
- Bien señores, en marcha, aún tengo que hacerle una visita al doctor y convencerlo de que también los vulcanos tenemos ideas buenas de vez en cuando.


Una hora después, en casa del Dr. McCoy...

- ¡Ya Va!, ¡Ya Va!, ¡Malditas prisas!
Bones se dirigió a la puerta y quitó el cierre.
- Buenas tardes, doctor, me alegra ver que su humor no ha empeorado con el tiempo.
La inconfundible silueta de Spock se recortaba ahora contra la luz del pasillo.
- Ahórrese ese maldito sarcasmo vulcaniano, sabe muy bien que no lo soporto.
- Tal vez le agrade más el estilo formalista de los comunicados de la Flota Estelar -dijo mientras le alargaba un papel- Llegó esta misma mañana.

Ambos entraron, Bones tomó asiento e invitó a Spock con un leve gesto de cabeza a hacer lo mismo. Una vez los dos estuvieron acomodados, empezó a leer el mensaje; decía así:

De la Flota Estelar al Capitán Spock.

"Considerando las circunstancias presentes, autorizamos su viaje a bordo de la nave Estelar USS Enterprise NCC-1701-A para rendir un último homenaje a su recientemente fallecido superior, el Capitán J. T. Kirk. Autorizamos también a que lo acompañen todos los miembros de la tripulación habitual que deseen hacerlo. Los interesados deben presentarse en el Muelle K en una fecha a convenir, y que no será concretada hasta que no nos haya sido comunicado el recorrido previsto y los nombres de todos sus acompañantes. Rogamos, por tanto, que dicha información sea remitida con la mayor prontitud."

- ¿Qué es lo que ha hecho para conseguirlo? -preguntó Bones con cara de incredulidad.
- Como usted sabe, tengo una buena reputación, pero ni siquiera eso habría bastado para convencerlos sin contar con la ayuda de los muchos amigos que el almirante dejó.
- Bien, vulcano del demonio, ¿y a qué espera para apuntarme a la excursión?
- Nada doctor, en realidad ya lo está. Salimos dentro de cuatro días, a las 09:00 horas... ¿Puedo confiar en que se despertará a tiempo? ¿O tal vez deba venir a hacerlo yo mismo?
- Spock, si no me despierto... me someteré al Kholinar.

Así pues, la tripulación del Enterprise había sido reunida de nuevo. Sólo quedaba esperar un poco, y de nuevo estarían como en los viejos tiempos.... o casi.





Capítulo 2:
El Reencuentro.

Bones no tuvo ningún problema a la hora de despertarse, sino más bien a la de dormirse. No recordaba haber estado tan excitado anteriormente, y la verdad es que no tenía ni idea de por qué se sentía así.

Cuando llegó al muelle se encontró con Uhura, que al parecer estaba más impaciente que él mismo. Había algo en el interior de Bones que se agitaba demasiado, así que se alegró de tener a alguien con quien hablar.

- Buenos días, doctor -lo saludó ella
- Buenos días Uhura, parece que hemos llegado pronto.
- Desde luego. No sé usted, pero yo no podía dormir, así que llevo aquí un buen rato
dicho esto, miró el reloj: aún quedaba casi una hora para la cita.
-Doctor -continuó ella-, hay algo que me preocupa.
- ¿A usted también? ¿Qué es?
- Se trata de Spock. Usted mismo lo vio en el funeral. Parecía tan...
- Humano -completó Bones.
- Sí, eso es, y luego el traernos a todos aquí para un viaje como este... Debería alegrarme, lo sé, pero eso no me hace sentirme menos preocupada.
- No creo que le sirva de consuelo, pero a mí me ocurre lo mismo... Además me ocurre desde hace años.
- ¿Desde hace años?
- Concretamente desde el encuentro con V'ger (el Voyager 6 convertido en un ser con conciencia) había notado un sutil cambio en su forma de ser. Por supuesto seguía siendo el mismo vulcano frío y lógico hasta la exasperación, pero de vez en cuando su comportamiento se volvía tan humano... Incluso el día de su muerte escogió como últimas palabras unas tan poco comunes entre su especie como "Siempre he sido y siempre seré su amigo"... Por lo menos después de resucitar volvió durante un tiempo a ser el que todos conocíamos -y debo confesar que eso me irritó bastante-, fue casi como si hubiera tenido que volver a empezar.
- Desde luego, debió de ser un duro golpe para él ver cómo un ser totalmente lógico y que poseía todos los conocimientos de la Galaxia sólo quería algo tan simple como los sentimientos humanos.
- Y no se detuvo ahí, pero la verdad, jamás hubiera sospechado que pudiera llegar a hacer algo tan desprovisto de lógica.
- ¿De verdad creen que su actuación es tan ilógica como aparenta?
Sulu acababa de aparecer en escena, y su pregunta quedó en el aire un momento
- ¡Hikaru! ¿Qué quieres decir? -Uhura había entrevisto una posibilidad, pero no podía concretarla.
- A mí me parece claro. Todos sabemos cómo nuestro querido Señor Lógica puede darle la vuelta a todo para que lo claramente emocional llegue a tener un sentido lógico.
- Eszo es scierto Hikaru -Chekov surgió de repente por un pasillo- Aún riecuerdo cómo nos salvó cuando estábamos en aquella lanzadera. Inszendió el combustible y gracias a eszo el Enterprise pudo llegar a tiempo... Luego dijo que szu lógica le había dictado que la única maniera de salvarse iera actuar de forma impulsiva.
- Muy bien caballeros -Ahora habló Scotty, que había llegado con Chekov, pero que se había mantenido callado- Y no nos olvidemos de su teoría sobre el bienestar de la mayoría y de la minoría que utilizó para entrar en el reactor y salvarnos a pesar de la radioactividad.

El asunto había quedado claro; todos pensaban que Spock tramaba algo, pero no podían imaginar el qué. Apenas habían pasados unos pocos segundos cuando una nueva voz rompió de nuevo el silencio. Eran las 08:30 y la inconfundible voz de Spock resonaba a través de los altavoces: "Me alegra verlos a todos aquí. ¿Van a subir para ayudarme o prefieren seguir ahí abajo discutiendo sobre si me he vuelto loco o no?"

- Maldita sea, creo que voy a acabar queriendo a ese monstruo de orejas puntiagudas -dijo Bones con su habitual sinceridad. Los demás sólo sonrieron y esperaron a que Spock los transportara a bordo.

Todo estaba como siempre; si no fuera por la total falta de gente, el Enterprise hubiera parecido dispuesto para la partida. Los controles estaban encendidos, el ordenador funcionaba a pleno rendimiento y cada puesto de mando esperaba a ser ocupado.

- ¿Y el resto de la tripulación?- preguntó Scotty.
- Sólo iremos nosotros, Señor Scott. La Flota Estelar se sintió sorprendida hasta que vieron su nombre en mi lista. Usted ya hizo que el Enterprise fuera gobernado por un solo hombre, yo pretendo algo más sencillo: que nosotros seis seamos su única tripulación.
- Pero para hacer esos ajustes necesito tiempo -Protestó Scott- La otra vez tuve todo un día.
- Tiene usted razón, Scotty -el apelativo sonó extraño en los labios de Spock, pero nadie dijo nada- sin embargo, además de rebajarle el tiempo le he adelantado una gran parte del trabajo. En realidad sólo quedan unas cuantas conexiones menores para que el Enterprise sea completamente operativo desde el puente. Ahora, si quiere acompañarme, solventaremos esos últimos detalles. Los demás familiarícense con sus nuevos puestos... Doctor
- ¿Sí?, Señor Spock
- A pesar de ser éste un viaje de rutina, he embarcado todo el instrumental médico que consideré conveniente. No estaría de más que fuera a echarle un vistazo... Lo siento, pero no he podido encontrarle ninguna enfermera adecuada, por lo que se tendrá que conformar con el Señor Chekov.
Cuando Spock desapareció en el turboascensor, dejó a cinco perplejos miembros de una tripulación que pensaba haberlo visto todo.
- Justo lo que yo decía: ¡Es demasiado humano!.... Chekov, acompáñeme a ver qué nueva encerrona me ha preparado.
- Voy Doktor.

Aunque Bones se había ido, el silencio en el puente no duró mucho. Todos miraron sus antiguos asientos y los controles: nada parecía haber sido tocado. Sin embargo, una nueva consola se hallaba justo delante de la pantalla principal.

- Seguro que es ahí donde se colocará Scotty -dijo Uhura- si se ha molestado tanto en los detalles, no creo que lo haga quedarse solo en la sala de máquinas.
- Fíjate en la consola. No parece algo nuevo, es como si siempre hubiera estado ahí... Sospecho que, cuando acabó el funeral, Spock no volvió a casa como todos nosotros. Más bien se diría que mientras nos hablaba ya tenía preparado todo esto.
- Eso parece, Hikaru. Casi lo puedo ver trabajando aquí, mientras nosotros nos quedábamos en casa. No estoy muy segura de haberme despertado esta mañana... ¿Y tú?.
Sulu iba a contestar cuando Bones y Chekov reaparecieron.

- Parece que Spock ha aprendido a leerme la mente sin tocarme. Ha embarcado todo lo que podría necesitar en un viaje de varios años.
- ¿y szi estuviera pensando en eszo?
- ¿En un viaje tan largo? La verdad es que no me extrañaría nada.
- Doctor, ¿hay alguna enfermedad que haga a los vulcanos actuar así? -la cara de Uhura no permitía saber si hablaba en serio o no.
- No lo sé, pero si la hay, espero que sea incurable... Veamos qué ha hecho en el puente.
Sulu y Uhura les explicaron entonces lo de la nueva consola, y también que había colocado otro asiento más, justo al lado del puesto de mando.

- Bien -contestó McCoy- ya sólo nos queda esperar a que termine con Scotty y podremos salir.
- Al menos esta vez no tendremos que robar la nave -apuntó Sulu.
La espera no fue muy larga. Unos diez minutos después volvieron tanto Spock como Scotty; este último parecía enormemente sorprendido.

- ...Spock, ha hecho usted un gran trabajo. Nunca hubiera podido imaginar que tales cosas fueran posibles.
- Simple ingeniería, señor Scott.
Sin mirar al resto de la tripulación se dirigió a su puesto de oficial científico. Tecleó un par de órdenes al ordenador y empezó a hablarles:

- Bien, aquí estamos de nuevo. Antes de que partamos me parece que deben saber cual es nuestro destino... Y nuestra misión. Por supuesto, primero nos dirigiremos al lugar de la desaparición del Almirante, pero después continuaremos un poco más allá. Para que la Flota autorizara este viaje he tenido que hacer un pacto con ellos: Nuestra misión será ir en busca de la Cinta de Energía y estudiarla; no sabemos nada de ella, así que debemos ser nosotros los que demos los primeros datos -En la pantalla apareció un mapa estelar con el rumbo previsto- Como ven debemos darnos prisa, pues la cinta entrará en territorio romulano dentro de ciento veinte horas, y no podemos adentrarnos en él... Nuestra misión ya la conocen:
"Ir valientemente a dónde nadie ha llegado antes"

Una vez más, la nave Enterprise iba a salir al espacio, el lugar a donde pertenecía. Llevaba meses en el muelle, parada, y sólo seis miembros de su tripulación estaban ahora en ella. Sin embargo era el Enterprise, y ellos sus tripulantes. Nunca habían dejado de lado una misión, nunca habían rehuido su deber, y jubilados o no, si la Flota Estelar los necesitaba, ellos estaban dispuestos.


















Capítulo 3:
En Marcha.

Había llegado el momento de partir. Hasta el último circuito funcionaba a la perfección, los ajustes de Spock habían devuelto al Enterprise a su mejor estado; ahora sólo quedaba un último detalle... ¿Quién sería el capitán?
Uhura se sentó en su puesto, Chekov y Sulu tomaron el timón y Scott se sentó en su nueva consola. Nada más hacerlo, todos se volvieron a Spock. Mejor dicho, se volvieron al puesto de mando, esperando ver a Spock... Pero él no estaba allí. Como tantas otras veces, había ocupado el puesto de Oficial Científico. Bones, que ya se había sentado, se levantó y fue a su encuentro.
- ¿Qué hace usted aquí, Spock?
- Este es mi puesto, Doctor
- No, Spock, no lo es... ¿sabe cuál es su puesto?
- Estoy seguro de que ninguna contestación impedirá que me lo diga.
- Tiene razón, su puesto es el de capitán. Hoy el Almirante no está, así que como oficial de más alta graduación, le corresponde a usted sustituirlo.
- Pero... -La protesta de Spock fue cortada en seco.
- Spock -dijo Uhura- Queremos que sea usted el que nos dirija. Nadie aceptará ese puesto mientras usted se encuentre a bordo.
- Les estoy muy agradecido por su confianza, pero mi puesto es éste, nadie puede sustituirme.
- Yo puedo -McCoy empezaba a parecer enfadado- Lo hice cuando murió usted, y lo haré de nuevo si es necesario.
- Doctor, en esa ocasión usted tenía mis conocimientos, ya que....
- ¡Venga ya, maldito testarudo! ¡No voy a dejar que su maldita falsa modestia nos haga salir ni un minuto tarde! ¡Váyase a su puesto si no quiere que yo mismo lo arrastre hasta allí!

Spock levantó su ceja derecha y abandonó el puesto de Oficial Científico, McCoy se sentó en su silla y él hizo lo propio en la del Almirante Kirk. Por fin había llegado el momento de la partida.

- Señor Sulu, prepare los impulsores.
- Impulsores preparados, señor Spock.
- Uhura, transmita el mensaje que se encuentra programado.
- ¿Qué...? Transmitiendo, señor Spock.
- Señor Sulu... En Marcha.

Como un gigante que se despierta, el Enterprise empezó a moverse por el muelle, buscando los portones de salida. El mensaje que Uhura había transmitido decía así:
>>Uss Enterprise dispuesto para la partida... "para levantarse contra un océano de problemas y plantarles cara y derrotarlos con la voluntad". <<
Algunos de los versos más conocidos de Hamlet, que debían expresar el ánimo con el que la tripulación se enfrentaría a su misión... La que seguramente sería la última.
Todos los que en aquel momento se encontraban en la estación tenían fijos los ojos en la partida de la nave, contemplaron con nostalgia cómo atravesó los portones y se perdió en la oscuridad del exterior. Las puertas se cerraron y los ojos se volvieron, pero la atención de todos seguía en el Enterprise y su tripulación.
Una vez fuera de la base, la nave se detuvo un momento, el instante preciso para calcular el rumbo, y luego se perdió en el hiperespacio, con un breve destello de luz, aunque totalmente en silencio.

- WARP uno y acelerando, señor Spock.
- Bien, señor Sulu, pronto llegaremos a nuestro destino. Velocidad factor cuatro hasta el cinturón de asteroides, desde allí trazaremos un nuevo rumbo hacia el lugar del incidente.
- Si señor.
- Aquí estamos, en nuestra última misión juntos -dijo McCoy.
- Cierto, aquí estamos... otra vez -Scotty recordaba muy bien todas sus "últimas misiones"

En cuestión de segundos quedó atrás Marte, y sin tiempo para respirar, la nave había cambiado su rumbo tras pasar el cinturón de asteroides. Acababan de salir del Hiperespacio para proseguir más lentamente cuando la voz de Uhura resonó alarmada.
- ¡Señor Spock!
- ¿Sí, Uhura?
- Capto una transmisión algo extraña
- Informe de sensores, doctor.
- No hay señales de ninguna nave, debe ser un pájaro de presa, y está camuflado.
- Bien, veamos entonces qué quieren. En pantalla.
Al momento apareció un rostro familiar, y todos exclamaron a la vez:
- ¡General Korrd!
- Saludos. Nada más enterarnos del fallecimiento del Almirante nos pusimos en camino. Solicito permiso para escoltarlos hasta el lugar de su desaparición.
- ¿Por qué se ha mantenido camuflado hasta ahora?
- Perdónenos, Spock, pero queríamos darles una sorpresa. Vamos a hacernos visibles.
Korrd dio una orden en Klingon, y en seguida Bones gritó:
- Spock, son treinta pájaros de presa, en perfecta formación detrás de nosotros.
- ¿Comprende ahora, señor Spock?
- Ha sido usted muy prudente, General. En nombre de mis compañeros le agradezco su gesto... Porque debo entender que la iniciativa fue suya.
- Tiene usted razón, fue el Almirante Kirk el que me rehabilitó ante el alto mando, y aunque no nos guste reconocerlo, tiene una gran fama de estratega entre nosotros. Fue por eso por lo que decidieron enviar esta representación de la flota... Corto.
- Uhura, mande un mensaje a la Flota Estelar, dígales que una representación del Imperio Klingon nos acompañará en la primera etapa de nuestro viaje.
- Transmitiendo, señor Spock.
- Señor Chekov, envíeles nuestro plan de vuelo hasta el punto de homenaje al Almirante.
- Jamás me imaginé algo así -dijo Scotty- ¿Y usted, Doctor?
- Scotty, creo que si ahora mismo Jim apareciera por esa puerta ni me inmutaría.
Nada podría haber expresado mejor cómo se encontraban todos después de éste último milagro.

- Señor Spock, -intervino Uhura- creo que deberíamos hacer algún tipo de recepción, al menos para los capitanes de las naves de Klingon.
- Muy bien, encárguese usted misma, tenemos ciertas reservas para casos así.
- ¿Incluyen esas "reservas" por casualidad, algo de cerveza romulana?
- Todo es posible, Doctor, todo es posible...
Sulu cambió de tema:
- Supongo que dadas las circunstancias, aunque metamos a cien Klingons en nuestra nave no le pasará nada.
Todos rieron salvo Spock, que permaneció con el rostro impasible.

Y así se produjo una circunstancia histórica: Los Klingons escoltaban al Enterprise en lugar de atacarlo. Aparentemente, atrás habían quedado las disputas e incluso el juicio a Kirk y McCoy.

- Ojalá el Almirante estuviera aquí - dijo Scotty mientras contemplaba el insólito espectáculo.
- Lo está, Scotty -contestó Uhura- si no fuera por él, nunca llegaríamos a ver algo así.







Capítulo 4:
Visiones del Pasado.

En el poco tiempo que llevaban de viaje nadie había tenido la ocasión de darse cuenta de lo vacía que estaba la nave sólo con ellos a bordo... En realidad, gracias a las modificaciones de Spock y Scott, aún no habían tenido que salir del puente. La presencia de tantas naves Klingon les había sorprendido, pero todos esperaban la recepción sin recelos; después de todo, aunque fueran Klingons eran la compañía que necesitaban.

- Está como siempre -dijo Uhura al entrar en la sala- Me cuesta creer que vayan a convertir todo esto en un museo.
Con ella iba Chekov, que no podía estar más de acuerdo.
- Iesto estará liszto en quinze minutos.
- De nosotros depende, Pavel... ¡A trabajar!

Arriba en el puente, Spock y McCoy charlaban con Korrd.
- ..... Tenga por seguro que si yo hubiera estado a bordo jamás le habría dejado.
- Ja, Ja, Ja... Doctor, me pregunto cómo alguien tan aparentemente miedoso como usted ha llegado a convertirse en miembro de expediciones tan llenas de peligro. Debo decirle que su viaje suicida al planeta Génesis se ha convertido en una especia de cuento Klingon. Ahora los niños se duermen escuchándolo... Dígame, doctor; ¿No se arrepiente de haber ido?.
- ¿Bromea usted? Si yo no hubiera estado allí, seguro que Spock no viviría para contarlo... Sí, bien pensado creo que me arrepiento profundamente. ¡Cualquier cosa por dejar de aguantar a Spock!

Las carcajadas de Korrd aumentaban cada vez más.

- Recuerde, Doctor, que en sus manos estuvo mi vida.
- ¡Querrá decir en mi cabeza! Prefiero tenerlo a mi lado que dentro de mí.
- Bien caballeros - Korrd habló antes de que Spock pudiera responder- hablaremos de todo esto y de alguna que otra cosa más dentro de un rato. Cuando estén listos avísenme, aún nos quedan varias sorpresas.... Corto.

- La vida está llena de pequeños milagros.
- ¿Por qué lo dice, Doctor?
- Un Klingon se considera nuestro amigo, y admira tanto a Jim que ha venido con treinta naves a escoltarnos... Y por si eso fuera poco ahora converso con un Vulcano que cuando por fin se ha ganado el derecho de ser considerado humano se empeña en volver a ocultar su naturaleza.
- No sé a qué se refiere Doctor, ésta es mi verdadera naturaleza.
- Como usted diga, Spock.

Bones estaba demasiado contento para discutir, así que se fue a ver cómo les iba a Uhura y Chekov. Sulu y Scotty sonrieron levemente, lo justo para no enfadar a Spock.


- Ya casi hemos llegado, señor Spock.
-Bien, señor Sulu, informaré a nuestra escolta. Parada total cuando yo lo ordene. -Spock se aproximó a la consola de Uhura y mandó una cordial invitación a los capitanes del resto de las naves- Parada total, señor Sulu.
- Parada total, señor Spock.
- Pueden ir a ayudar a Uhura y Chekov si lo desean, cosa bastante probable ahora que el Doctor está con ellos. -Dijo mientras se disponía a salir del Puente- Estaré en mi camarote si me necesitan.

- ¿Has oído? ¡Ha vuelto a bromear!
- Sí Scotty -corroboró Sulu- No sólo eso, creo que ya empiezo a acostumbrarme.
- Ve a ayudar a esos tres -contestó Scotty-, yo me quedaré de guardia.
- Hasta luego Scotty.

Sulu salió y Scott se quedó solo en el puente, afanándose en la consola para comprobar que hasta el último circuito de la nave funcionaba a pleno rendimiento... Montgomery Scott era sin lugar a dudas el ingeniero más perfeccionista de la Galaxia, y también el mejor.

- ¿Cómo va eso? -preguntó Sulu nada más entrar en el salón- Parece que esto avanza.
- Ya ves Hikaru -Uhura puso el último mantel mientras los demás empezaban ya a traer botellas, copas y demás- En cinco minutos podremos recibir a nuestros invitados como se merecen.... ¿Dónde está Scotty?
- En el Puente, de guardia.
- Y Spock, ¿dónde se ha metido? -preguntó Bones.
- Decía que se iba al observatorio, puede que esté cansado.
- No lo creo. Iré a buscarlo, usted releve a Scotty en el Puente y que empiece a transmitir coordenadas para que los Klingons se transporten. Yo iré a ver qué le pasa a nuestro comandante y lo mandaré a que los reciba.
- Bien Doctor.
Ambos salieron, Sulu a por Scott y McCoy a por Spock.

Bones llegó hasta la puerta y una vez allí se detuvo a pensar un instante. Llamó y escuchó atentamente.... Nada. Probó la puerta y ésta se abrió enseguida. No dudó al entrar, pero se detuvo en la mitad del camarote. Spock estaba allí, entre el timón de barco y el gran ventanal que mostraba el paso de las estrellas cuando el Enterprise se movía. No había luces, como era habitual cada vez que Spock se retiraba a meditar. Siguió andando y se colocó al timón, como si realmente pudiera gobernar la nave desde allí.

- ¿Desea algo, Doctor?
- Que me llames Bones, como todos los demás, pero supongo que eso no es posible.
- Quién sabe. No hace mucho que utilicé un diminutivo al dirigirme al señor Scott.
- Hace algún tiempo, cuando Jim se debatía entre la vida y la muerte en mi enfermería yo le dije, casi como si él pudiera oírme, que después de todo aún podía haber esperanza para usted. A lo mejor estaba en lo cierto.
- Debo serle franco, Doctor.
- ¿Franco?, creía que los vulcanianos siempre lo eran.
- Lo somos, pero hay circunstancias que lo cambian todo.
- ¿Como la muerte de un amigo, quiere decir?
- Doctor, no creo que Jim esté muerto, al menos, no como nosotros entendemos la palabra.

Bones, que hasta ahora había hablado sin dejar de mirar al frente volvió la cabeza y miró a Spock a la cara, tratando de descubrir algún indicio de fiebre o algo parecido.

- Vamos, usted sabe tan bien como yo que desapareció en el Espacio... Nadie es capaz de sobrevivir a eso.
- Tiene razón, pero... ¿Está usted completamente seguro de que fue eso lo que ocurrió en realidad?
- Vamos Spock, no me haga pensar tanto y dígame de una vez qué es lo que tiene en mente.
Spock hizo una pausa, como para aclarar sus ideas, y continuó:
- Usted conoce ese axioma que dice que una vez que eliminamos lo imposible...
- ...Lo que queda debe ser la verdad, por improbable que parezca. Lo conozco lo suficiente como para saber que no es una explicación. Vaya al grano de una vez.
- Como usted quiera, doctor... Mi extraño comportamiento de las últimas semanas tiene una causa bien definida: Jim está influenciándome.
- ¿Es eso posible? -McCoy estaba dispuesto a no dejarse impresionar por nada que oyera.
- Teóricamente lo es. Es algo bien conocido que el Almirante y yo compartimos un vínculo mental muy fuerte; gracias a él se salvó de morir a manos de Garth de Izar. Ahora es posible que lo esté utilizando para atraerme al lugar donde se encuentra.
- ¿Y cuál es ése lugar?
- He hablado con algunos de los supervivientes de la nave Lakul. Todos recuerdan una especie de lugar en el que se encontraron totalmente a gusto. Algunos de ellos lo llaman Nexus, pero lo más fascinante es que todos sin excepción lo sitúan dentro de la Cinta de Energía.
- ¿Y cómo ha llegado a esa conclusión? Porque estoy seguro que no nos ha embarcado en esta nave por un simple y extremadamente ilógico sentimiento.
- Siguiendo el axioma: Jim puede comunicarse mentalmente conmigo sólo cuando está consciente, y por lo tanto vivo. Yo estoy recibiendo sus mensajes, así que es imposible que esté muerto.
- Eso es fantástico... voy a decírselo a los demás antes de que lleguen los Klingons.
- No Doctor, no debe hacerlo.
- ¿Por qué?
- No estoy seguro de que sea lo correcto. Pretendo acercarme a la Cinta de Energía para intentar rescatar a Jim, pero hasta que no estemos allí nuestro deber es no hacerles concebir falsas esperanzas... Después de todo, las naves que se han acercado han sido destruidas. Si de verdad se considera amigo de Jim, guárdeme el secreto hasta que estemos frente a la Cinta.
- Spock, su secreto está a salvo conmigo... aunque si conseguimos rescatar a Jim echaré de menos su faceta humana.
- Bien Doctor, a lo mejor no tiene por qué hacerlo.


Bones no escuchó estas últimas palabras, había salido ya de la sala y se disponía a recibir a los invitados a la recepción. Nunca se le había ocurrido hacerlo antes, pero ahora se sentía dispuesto a todo.
- Debes hablar con Spock más a menudo -se dijo en voz alta-, ahora mismo acaba de quitarte treinta años de encima.

Llegó justo en el momento en el que Korrd acababa de materiarizarse. Como el oficial de más alta graduación había sido el escogido para encabezar la representación. A su lado, otros dos conocidos personajes y un tercer Klingon al que no habían visto antes.

- Capitán Klaa, no sabía que estuviera usted en la expedición -Scotty recordaba muy bien a aquel joven oficial- Bienvenido a bordo.
- ¡Vaya! Así que está aquí la versión Klingon de Jim -Bones había empezado a llamarlo así después de su temeridad al atravesar la Gran Barrera sólo para luchar contra el Enterprise- Veo que hoy se nos presenta menos pendenciero.
- ¿Es así como se comportan los humanos ante la muerte de un gran guerrero? Nosotros guardamos un año de luto en el que no se celebra ninguna fiesta.
- Si llevara tanto tiempo tratando con humanos como yo, no se vería sorprendido por comportamientos tan ilógicos como los del Doctor McCoy -dijo Spock, que acababa de entrar en la Sala del Transporte.
- Cállese Spock -contestó Bones con una sonrisa- ¿Recuerda a...?
- Mi memoria se encuentra en perfecto estado Doctor.... Tasha Yar, primer oficial de cierto pájaro de presa con el que una vez salvamos la vida del Almirante... Sí, ha pasado mucho tiempo.
- Caballeros -intervino Korrd de nuevo- Si les parece podemos continuar nuestra charla en un lugar algo más confortable.... ¿Le queda algo de ese "Sputch", señor Scott?.
- Scotch, General. Ningún escocés que se precie sale jamás de viaje sin una buena reserva.
- Vamos a comprobarlo.
Todos salieron de la Sala de Transporte. Las coordenadas habían sido transmitidas y el resto de los invitados se transportarían directamente al salón. Spock dejó a Scotty y McCoy con Korrd, Klaa y Tasha Yar y se fue por un pasillo diferente con los otros dos Klingons. Nadie más lo sabía, pero eran dos de los mejores ingenieros del imperio, traídos expresamente por Korrd para introducir ciertas mejoras en el Enterprise.

Cuando Scotty y McCoy llegaron al salón se encontraron con que unas diez personas les esperaban ya. Minutos después, la recepción se encontraba en su apogeo., incluso Spock y los dos misteriosos Klingons se habían sumado a ella, no sin antes haber preocupado tanto a Scotty con su ausencia como para hacerle bajar a la sala de máquinas.
A juzgar por el aspecto de los presentes, pocos hubieran podido imaginar que se hallaban en una nave de la Federación, pues los Klingons eran amplia mayoría. En las mesas, bebidas y entremeses de todas partes de la Galaxia.... Con una pequeña excepción harto molesta para McCoy. A pesar de que las reservas con las que Spock había dotado al Enterprise incluían suficientes litros de cerveza Rómula como para emborrachar a todo un batallón de Klingons y terrícolas, no había la más mínima señal de su existencia, y es que después de la última recepción con Klingons el Almirante había prohibido terminantemente que se volviera a servir en las recepciones diplomáticas, y la memoria de Spock, más que buena era infalible.

En un momento dado, Korrd se dirigió a un extremo de la sala y reclamó la atención de los presentes.

- Unos momentos de atención, por favor. he de hacer un anuncio extremadamente importante -dicho esto sacó un papel cuidadosamente doblado e hizo un pequeño silencio antes de comenzar a leer- Debido a la desaparición del Almirante Kirk, de la Flota Estelar, el Alto Mando del Imperio Klingon ha decidido homenajear al primero enemigo, después aliado y siempre gran guerrero. Con motivo de su muerte se ha decidido que el buque insignia de nuestra flota pase a llamarse "Korg Kirk".

- ¿Spock?
- "El Fiero Kirk", Doctor. Un gran honor para Jim, nosotros mismos y toda la Flota.
Todos aplaudieron con ganas, como un solo hombre.
- Ahora, brindemos -Korrd levantó su copa y dijo- Por la tripulación del Enterprise, los más valientes guerreros que he conocido en mi vida.

Klingons, humanos y Vulcanos alzaron sus copas y bebieron. Korrd volvió su mirada hacia McCoy y los demás, que inclinaron su cabeza saludándolo. Chekov tomó la palabra y respondió al brindis.

- Por el Imperio Klingon, desde hoy y para siempre, nuestros aliados y amigos.
- Has debido practicar mucho para evitar tu acento -Señaló Sulu en voz baja.
- Szi, un poco.
De nuevo se alzaron los vasos, y cuando bajaron, ya todos parecían miembros de una misma tripulación. Ahora por fin se abrían definitivamente las puertas para una alianza permanente de los Klingons con la Federación, después de tantos años de tensas relaciones y reproches mutuos.

Tras el brindis, Sulu se había quedado sólo en un rincón, pensativo, y cuando Uhura se acercó él le dijo:
- Lamento que haya sido una muerte lo que nos haya unido.
- Yo también, Hikaru, yo también...
Él le ofreció su brazo y ambos se unieron a los demás en la fiesta.












Capítulo 5
En busca del destino.


Todo había sido muy rápido, tanto que casi se habían olvidado de su misión. Ahora la fiesta había acabado, y era el momento de trabajar en serio. Sentados en sus puestos, esperaban la orden de Spock, que no tardó en llegar:

- Señor Chekov, prepare un rumbo de intercepción para la Cinta de Energía.
- Rumbo trazado, Señor.
- Velocidad máxima.
- A la orden.

Habían pasado muchos años, pero el Enterprise seguía siendo una de las naves más veloces de la Flota. En el vacío del espacio el peso no era un impedimento, así que era capaz de superar a naves más ligeras que no contaban con Scott para mantener en forma sus motores. Sulu iba desgranando poco a poco los factores de velocidad:

- WARP ocho.... nueve..... diez..... ¡Once!..... ¡Y acelerando!
- Spock, ¿qué le ha hecho a la nave?
- Sólo un par de ajustes en los reactores, Doctor... por supuesto, revisados por el señor Scott.
- ¿Cuales son esos ajustes? -preguntó Sulu- Me gusta saber en cuantos caballos voy subido.
- Bueno, hemos aprovechado la tecnología Klingon para diseñar un sistema de propulsión mixto. Para que se haga una idea, ahora está usted pilotando un pájaro de presa y el Enterprise al mismo tiempo. -dijo Scott con una inmensa sonrisa de satisfacción.
- A una velocidad de factor doce, calculo que interceptaremos a la Cinta dentro de dos horas punto cinco. -Dijo Bones desde su puesto.
- Gracias Doctor, Uhura, informe a la Flota de nuestra situación, y adviértales que tal vez perdamos el contacto una vez lleguemos a ella.
- Si, Señor Spock.
- Señor Scott, acompáñeme, tenemos que preparar una sonda. Señor Sulu, tome el mando.

Los tres entraron en el ascensor, Spock dijo: "Ingeniería Sector 5" y calló el resto del camino. Nada más llegar, las luces se encendieron y con la misma rapidez, ellos empezaron el trabajo. Scott no sabía qué pretendía Spock, así que siguió sus instrucciones casi a ciegas. Equiparon la sonda con medidores de campo cuántico y un ingenio especial diseñado por Spock para averiguar por qué los tripulantes de la nave Lakul habían parecido estar entrando y saliendo del continuo espaciotemporal. El trabajo fue breve y la conversación escasa, por fin Scott se atrevió a romper el silencio
- Señor Spock.... ¿Qué buscamos exactamente?
- No lo sé señor Scott... pero espero encontrar algo.

Mientras tanto, en el puente se respiraba una ambiente de tensa espera.

- Bueno, parece que no queda mucho -suspiró Uhura-, dos horas más y por fin sabremos qué es lo que trama Spock. Empiezo a estar preocupada.
- Desde luego, el señor Spock es todo un misterio.... Doctor, busque la Cinta de Energía -dijo Sulu.
- Está en el lugar previsto, su velocidad y rumbo siguen constantes.
- ¿Tenemos ya imágenes?
- Sí, acaba de entrar en nuestro radio de alcance
- Póngala en pantalla.
Justo cuando Sulu decía estas palabras, Spock entró en el puente acompañado de Scotty. Sulu se levantó y volvió a su puesto al lado de Chekov. Sin decir nada Spock se mantuvo de pie al lado del sillón; en la pantalla, la Cinta de Energía avanzaba por el espacio, inalterable mientras se dirigía al punto de encuentro. Fue entonces cuando Spock volvió a hablar.

- Bien.... caballeros, Uhura, creo que ha llegado el momento de hacerles partícipes de mis sospechas.
Todas las miradas confluyeron en él.
- Ya saben que hemos sido encargados por la Flota Estelar para investigar el fenómeno conocido como Cinta de Energía; sin embargo, lo que me propongo hacer va un poco más allá del alcance original de la misión.
- Sin rodeos, Spock, díganos lo que pretende -cortó Bones.
- Tiene razón Doctor.... Tengo sospechas más que fundadas de que el Almirante Kirk se encuentra en el interior de la Cinta.

Estas palabras cayeron como un mazazo sobre ellos. No sabían si alegrarse o llorar, y empezaron un coro de murmullos que fue secamente cortado por Spock.

- Me baso en el hecho evidente de que mi comportamiento se ha visto alterado en las últimas semanas, como todos ustedes han podido observar. He deducido que dichas alteraciones provienen al menos en parte de mi vínculo con el Almirante. Por los datos que he podido recopilar de los supervivientes de la nave Lakul, se encuentra en un nexo temporal en el cual todo lo que él desea se convierte en realidad. Es probable que no sea consciente de su situación, ya que se encontraría aquí con nosotros si no fuera así... En resumen, pretendo entrar en el Nexus para rescatar a Jim, si es que él desea ser rescatado. Mientras ustedes hacen el estudio científico de la Cinta yo me transportaré a su interior. Corro el peligro de verme igualmente atrapado en ella sin ser consciente de donde me encuentro, pero es la única alternativa lógica que me queda para poder volver a ver a mi amigo... ¿Tienen alguna pregunta?

Un silencio se abrió paso entre ellos, hasta que Chekov se decidió a romperlo.
- ¿Die veras piensa que vamos a diejarlo ir solo?
- Pavel tiene razón -dijo Uhura- si quiere entrar ahí, lo hará con él y conmigo.... O no lo hará.
- Iremos todos o no irá nadie -resumió Scotty.
- Les agradezco su interés, pero deben quedarse en la nave. No sé qué alcance tiene el poder del Nexus, pero si dejamos la nave a la deriva tal vez no consigamos volver a ella... Iré solo, pues no puedo aceptar la responsabilidad de sus vidas.
- Spock, hay algo que se escapa a su brillante lógica: ¿Qué hará para convencer a Jim?
- Eso es cosa mía doctor.
- Por supuesto que lo es, pero usted sabe tan bien como yo cuál es la cosa más importante del Universo para Jim.
Automáticamente todos miraron a su alrededor: ¡El Enterprise! muchas veces Jim había dicho que era lo más importante en su vida.
- Doctor, ¿está sugiriendo que...?
- Precisamente Scotty. Sólo si ponemos en peligro la nave estaremos seguros de que Jim volverá. Sabemos que en el Nexus no existe el tiempo, así que será fácil entrar en él, rescatar a Jim y volver a la nave a tiempo de liberarnos con la estrategia de Scotty. Por supuesto, será mejor que dejemos preparado el deflector principal antes de irnos.... ¿Qué le parece mi plan, Spock?.
- Fascinante... Y lógico.
- Entonces está decidido -dijo Sulu- Todos iremos en esa misión.
Spock arqueó ligeramente su ceja, y nada más verlo, McCoy se dirigió a él:
- No se enfade, Spock... Es sólo una muestra de esa inútil emoción humana llamada amor... Acompáñeme y dejaremos listo el deflector.
- Después de usted doctor.
Ambos salieron del puente, y dejaron a los demás con tanta preocupación como esperanza.






Capítulo 6
Nunca te perderé, nunca.

Nada más llegar a la altura de la Cinta, Spock dio la orden de lanzar la sonda, justo a su centro. Con rapidez la vieron perderse en el mar de colores eléctricos que la formaban, y esperaron en tensión los escasos segundos que tardaron en llegarles los primeros datos. En cuanto lo hicieron, Spock abandonó el sillón de mando y se reunió con McCoy en el puesto de Oficial Científico.

- Parece que la distorsión temporal de la cinta no afecta a los objetos inanimados. La sonda transmite con normalidad -McCoy se daba prisa en recopilar todos los datos posibles mientras la sonda luchaba para no ser aplastada antes de tiempo-, sin embargo no detecta ningún signo de vida en toda la extensión de la Cinta.
- Eso no es concluyente Doctor. Jim puede encontrarse en cualquier punto del espacio.... O del tiempo.
- ¡Fíjese, Spock! Según estas lecturas, la fuente de energía de la Cinta no es de origen eléctrico.
- Fascinante, y sin embargo su aspecto externo parece indicar lo contrario.
- Mire, más datos.
La sonda estaba empezando a trazar un perfil estructural de la Cinta. Apenas llevaba una cuarta parte cuando fue aplastada por la presión y ya no recibieron más datos.
- ¡Maldición! ¡Ahora que casi lo teníamos!
- Si Doctor, ha sido verdaderamente inoportuno.... Uhura, transmita los datos a la Flota.
- Transmitiendo, señor Spock.
- ¿Alguna teoría acerca del origen de la Cinta? -preguntó McCoy.
- Tal vez, pero para comprobarlo necesitaría saber cuál es su camino. ¿Me permite, Doctor?
- Con mucho gusto.

Spock se sentó y comenzó a programar. De cuando en cuando se detenía a pensar y momentos después continuaba tecleando a gran velocidad y sin que sus gestos denotaran la más mínima prisa.

- Justo lo que sospechaba -dijo por fin- El origen de la Cinta está en nuestro propio sistema solar.
- ¿¡Qué es lo que está diciendo!?
- Creo que me ha oído Doctor: El origen de la Cinta...
- Pues claro que le he oído, pero no me lo puedo creer. ¿Qué es lo que ha podido originar algo así sin que nos hayamos dado cuenta?
- Me temo que fuimos nosotros, Doctor.
Todos los demás habían abandonado sus quehaceres y ahora miraban a Spock con los ojos casi fuera de sus órbitas. Él continuo con su explicación, ajeno a la atención que había levantado.
- Seguro que recuerda cuando fuimos a buscar las ballenas grises al pasado.
- Perfectamente.
- Bien, pues para regresar tuvimos que recristalizar el Dilitio con isótopos radiactivos. Al parecer, el procedimiento que utilizamos para neutralizar su toxicidad tuvo un efecto con el que no contaba.
- ¿Con el que no contaba...? ¿Usted? Es increíble, Spock.
- Todos somos humanos, Doctor.
- Corríjame si me equivoco. ¿Un viaje en el tiempo que realizamos hace casi diez años ha dado como resultado esa cosa que tenemos ahí delante?
- Así es.
- Fascinante.
- Bien, ya sabemos el origen -intervino Uhura- ¿Hay algo más que debamos saber?
- Varias cosas más. La primera es que una vez se entra en el Nexus, jamás se sale completamente.
- Me parece que eso no lo entiendo -dijo Sulu- ¿Vamos a intentar algo que es imposible?
- No exactamente. Se puede salir del Nexus, pero al parecer siempre queda atrapado dentro una especie de reflejo de la persona. No es ningún problema, pero esa imagen permite que la persona no muera nunca. Incluso cuando su existencia física termina, siempre se puede volver al Nexus y recuperarla, pues dentro del mismo el tiempo es una dimensión tan accesible como las otras tres. Una vez dentro seremos capaces de escoger cualquier momento temporal, y cuando muramos, siempre podrá venir alguien a sacarnos y darnos una nueva oportunidad... Les agradecería, por tanto, que esto último lo mantuvieran en secreto, no tengo interés en conseguir la inmortalidad. "La Inmortalidad sólo tiene un problema: es mortalmente aburrida".
- ¿Tennyson? -preguntó McCoy.
- James T. Kirk -respondió Spock.

- Señor Scott, es el momento de preparar el deflector principal.
- Voy ahora mismo, Capitán.
- Mensaje urgente de la Flota Estelar: Nos ordenan que no abandonemos la nave para entrar en el Nexus.
- Contaba con ello. Uhura, dígales que acabamos de ser atrapados por la Cinta de Energía y que no podemos cumplir sus órdenes. Señor Sulu, métanos dentro.
- Vaya, vaya, Spock, veo que se está convirtiendo en todo un profesional de la.... exageración.
- Entrando en el Kampo gravitazional de la Zinta, Kapitán Spock -Chekov hizo que Spock no contestara.
- Ya está hecho. Los escudos aguantarán unos cinco minutos, no más, pero tendremos que bajarlos para transportarnos y eso nos deja con menos de diez segundos para completar el transporte.
- Gracias señor Scott. Vaya a Transportación y espere mis órdenes. Doctor, Uhura, Chekov, acompáñenlo. Señor Sulu, colóquenos de tal forma que la trayectoria de la Cinta no nos empuje fuera.
Los demás salieron del puente con rapidez.
- Los escudos están al ochenta por ciento, ¿Estamos listos, Señor Sulu?
- Cuando usted quiera, señor Spock.
- Pase el control de escudos a la consola de transportación -pulsó el botón del intecomunicador y dijo:- Señor Scott, allá vamos, esté preparado.
- Recibido señor Spock.
- Vamos a Transportación, señor Sulu. Un amigo nos está esperando.
- Si señor Spock.

Ambos salieron a paso ligero del Puente y en un instante se encontraban al lado de los demás, preparados para transportarse.

- Ya he programado la consola -dijo Scotty- un minuto para el transporte.
- Gracias señor Scott. Recuerden que debemos intentar recordar nuestra situación y buscar al Almirante. Puede estar en cualquier punto del espacio o del tiempo, así que tal vez algunos de nosotros no lo encontremos. Que quien lo haga busque a los demás antes de salir... ¿Alguna pregunta?
- ¿Qué haremos para "buscar"? -preguntó Uhura.
- Buena pregunta -contestó Spock, y ya no dijo nada más.

La voz sintética del ordenador desgranaba la cuenta atrás:
- Diez segundos para el transporte.... Cinco.... Cuatro.... ¡Escudos bajados!.... Dos.... Uno.... ¡Transporte!.

Segundos después, la nave se inundó de ruidos metálicos y de explosiones. Cuando la mezcla de materia y antimateria llegó a su punto crítico, el Enterprise se dobló sobre sí mismo y desapareció convertido en una masa informe de color rojo fuego. Su tripulación estaba ahora perdida en medio de una distorsión gravitacional desconocida, con la única esperanza de que los cálculos de Spock fueran acertados y con el firme propósito de no dejarse engatusar por ninguna de las maravillas que el Nexus les mostrara.
Capítulo 7
En busca de Jim.


Spock se despertó con el inconfundible vaivén del océano. Miró a su alrededor y sólo vio un pequeño camarote. En seguida pensó: "Una goleta inglesa, Siglo XVI aproximadamente". Después se levantó. Tanteó un momento y por fin encontró lo que buscaba: Su traje de primer oficial de la Flota de Su Majestad, perfectamente planchado y colocado en una percha, preparado para su despertar. Sin tiempo para pensar se lo puso y salió a cubierta. El sol brillaba alto, reflejándose en los torsos desnudos de los marinos. Contempló el barco, el océano, las velas hinchadas por el viento.... Hasta que una voz familiar lo sacó de su letargo.

- Bienvenido al Enterprise, señor Spock.
Venía del castillo de popa.
- ¡Almirante Kirk!
- ¡Ojalá! -le respondió la misma voz- pero a menos que tenga usted noticias más recientes soy el Capitán Kirk, de la Armada de Su Majestad. ¿Por qué no sube aquí y charlamos más cómodamente?
Spock obedeció
- Discúlpeme, me siento algo confuso.
- Lo comprendo, lleva durmiendo muchas horas, hace casi dos días que le recogimos de aquel bote.
- ¿El bote?
- Sí, aquel en el que usted se encontraba. Al parecer su barco naufragó y es usted el único superviviente. Como ya le he dicho, soy el Capitán James T. Kirk y se encuentra usted en mi barco: El Enterprise... Ahora respóndame usted: ¿Por qué me ha llamado "Almirante"?

Spock no tuvo mucho tiempo para pensar, así que contestó lo primero que se le pasó por la cabeza:

- He sido encargado por la Flota para comunicarle su ascenso al grado de Almirante. Me temo que la certificación de su nombramiento está ahora fuera de mi alcance, pero si quisiera volver a la base seguro que todo podrá ser arreglado.
- ¿A la base? Ni hablar. Ya es la segunda vez que me ascienden, y creo que la primera ya les dejé bien claro que por nada en el mundo dejaría el mando de mi barco. Lamento que haya estado usted a punto de perder la vida por hacerme llegar un mensaje tan inútil.
- Debo rogarle que reconsidere su respuesta, Almirante.
- ¡No lo haré! Éste es mi barco y esta mi tripulación, y no los abandonaré a no ser que muera.
En cubierta se empezaba a escuchar un murmullo creciente, y había más cabezas mirando hacia arriba a cada nueva palabra que Spock pronunciara.
- ¡Señor Scott! ¡Me parece que sus hombres necesitan algo de disciplina!

Spock miró al destinatario de estas palabras, y no se sorprendió al encontrar a Scotty abajo en cubierta, supervisándolo todo y ahora contestando al capitán.

- ¡Si señor! ¡Vosotros, esta es una conversación entre caballeros! ¡Seguid con vuestro trabajo si aún queréis comer!
- Fascinante
- ¿Decía algo, señor Spock?
- Nada capitán.
-Bien. Por cierto, mi primer oficial se encuentra enfermo, y me estaba preguntando si le importaría ocupar su puesto... provisionalmente.
- Será un placer, capitán.
- Entonces venga conmigo. Ya conoce al señor Scott, así que ahora le presentaré al resto de los oficiales... ¡Timonel!
- ¿Señor?
- Mantenga el rumbo.
- A la orden.
- Este es Sulu, nuestro timonel... Ahora, si quiere seguirme...
- Usted primero, capitán.

Se dirigieron a la puerta por la que momentos antes el propio Spock había salido, aunque esta vez pasaron el primer camarote y siguieron unos pasos más allá, hasta una puerta que Spock supuso sería la sala de mapas. Una vez allí, el capitán habló de nuevo:

-Señores, les presento al señor Spock, teniente de la Flota, que sufrió el naufragio de su barco cuando se disponía a cumplir una misión inútil.
- Sea bienvenido al Enterprise, teniente.
- Éste es nuestro doctor de a bordo: el señor Leonard McCoy. A su izquierda tiene usted a nuestra cartógrafo, la señorita Uhura. Falta el señor Chekov, nuestro piloto de reserva, que en estos momentos se encuentra descansando, pues tiene el turno de noche.
- Es un placer conocerlos a todos -aparentemente, ninguno de ellos había superado la entrada en el Nexus- Estaba seguro de que una nave con la reputación de la suya contaría con una tripulación tan excepcional como la que aquí veo.
- El señor Spock -continuó el Capitán- ocupará el puesto de primero de a bordo en tanto nuestro querido camarada el teniente Marcus no se haya recuperado. Estoy seguro de que servirá bien y de que el trabajo le hará olvidar la dura pérdida de su barco.
- Muchas gracias capitán, aunque debo reconocer que el concepto que tienen de mi en la Flota no incluye la característica "emocional".
- Bien, entonces podré contar con usted al máximo de sus posibilidades, y Dios sabe que las necesitaremos. Ahora debo regresar a cubierta. Si me disculpan...

Salió resueltamente y dejó a Spock para que intimara a sus anchas con los demás. Fue McCoy quien rompió el hielo:
- Como seguro que ya habrá notado, no contamos con toda la dotación reglamentaria de una nave de estas características. Supongo que eso le intriga un poco, ¿Cierto?
- A decir verdad Doctor, yo...
- Lo suponía. Esta extraña situación se debe a un brote de fiebre amarilla que penetró en el Enterprise durante nuestra última escala en Tonga. Acabó con la mayor parte de nuestros oficiales, pero los marineros tuvieron mejor suerte. Incluso el señor Marcus, nuestro primero, se encuentra ahora muy grave y tiene escasas posibilidades de sobrevivir. Es por esto por lo que el capitán le ha pedido que ocupe el puesto. Normalmente suele ser algo desconfiado con las personas a las que no conoce.
- Doctor, le aseguro que es un placer y un honor el servir en este barco, las circunstancias que me hayan traído hasta donde me encuentro ahora no son de importancia... Ahora si me disculpan me reuniré con el capitán en cubierta, aún tengo que cumplir mi misión aquí.
- Si no es mucha indiscrección -respondió Uhura- ¿podría decirnos de que se trata?
- Es muy simple, al capitán Kirk se le ha concedido el grado de Almirante, y debo convencerle para que lo acepte y regrese a casa. Es mi deber como oficial de la Flota.
- En ese caso, creo que no va usted a ser capaz de cumplir su deber -replicó McCoy- jamás he visto a nadie tan testarudo como Jim en toda mi vida.... Exceptuándome a mí mismo, por supuesto.
- ¿Jim?
- Si señor Spock, cuando no estamos de servicio él prefiere ser conocido por ese nombre.
- Fascinante.

Y dicho esto salió a reunirse con su amigo. Jim miraba al horizonte con la vista perdida, parecía estar buscando algo. En ese momento Spock subió al castillo de popa.

- Señor Spock, pensé que le gustaría descansar un poco antes de incorporarse al servicio.
- Gracias capitán, pero me encuentro perfectamente. Quisiera familiarizarme con la nave, si no le importa.
- Por supuesto que no. El Enterprise es el orgullo de toda la Flota Estelar... Quiero decir, de la Flota del Imperio. Supongo que usted ya me entiende.
- Si capitán, entiendo perfectamente.... ¿Me permite una pregunta personal?
- Adelante, señor Spock.
- ¿Qué estaba buscando en el horizonte?
- ¡Así que se ha dado cuenta! pensé que no se me notaba tanto.... En fin, el caso es que desde hace un par de días tengo una extraña sensación. Creo que algo se va a presentar delante mía, y no consigo saber qué es... Cuando vi los restos del naufragio de su barco supuse que era eso, pero esa extraña sensación sigue ahí.
- ¿Qué es lo que vio?
- ¿Perdón?
- Los restos del naufragio, ¿recuerda lo que había junto a mí cuando me encontraron?
- Por supuesto, había.... ¿qué era?....
- ¿Una tabla?
- ¡Sí!.... es decir, no.... Bueno, no lo recuerdo, eso fue hace mucho tiempo...
Algo había encajado en un remoto lugar del cerebro de James T. Kirk.
- "Que es mi barco mi tesoro" -recitó Spock de repente.
- "que es mi dios la libertad" -continuó Jim inconscientemente.
- "Mi ley, la fuerza del viento"
- "Mi única patria: La Mar".
- ¡Jim!
- ¡Spock!... ¿Qué hace usted aquí?.... Pensé que.... ¡pensé que había muerto!
- No fue el único, Jim.
- ¿y lo estoy...? Quiero decir, ¿estamos...?
- No, Almirante. Seguimos vivos.
- Esto no es el Enterprise, ¿dónde estamos?
- Podríamos decir que estamos en una representación idealizada de nuestra nave. ¿Recuerda cómo llegó hasta aquí?
- ¡Sí!, estaba intentando salvar el Enterprise cuando aquella pared.... Y luego nada... hasta ahora.
- Cuando aquella pared estalló, fue transportado a una distorsión espacio-temporal. Dentro de ella el tiempo no es una barrera mayor que los pocos centímetros que nos separan ahora.
- ¿Pero cómo ha llegado usted hasta aquí? ¡Usted no estaba en el Enterprise!
- No en el mismo que usted, pero he venido. Y también Uhura, y el señor Scott... Incluso el Doctor McCoy.
- Spock -Jim había empezado a recuperar la compostura- Debo hacerle una pregunta difícil, pero cuento con su intelecto vulcaniano para que la conteste..... ¿Cómo demonios vamos a regresar?
- Bien, el Enterprise-A fue destruido poco después de que nos transportáramos...
- Maravilloso.
- ... Pero cómo el Doctor diría: "Ahora podemos pasar por encima del tiempo cómo si fuera una simple alfombra".
- ¿Y a qué esperamos para hacerlo?
- Antes tenemos que "despertar" a los otros. Si me acompaña, será sólo un momento, Almirante.
- Lo haré... con una condición... No me llame "Almirante", por favor.
- Perdone, Almirante.
- Sabía que diría eso -masculló Jim.




























Capítulo 8
El Viaje a Casa.


La imagen era ciertamente inusual. Todos vestían sus impecables uniformes de la Flota Estelar mientras discutían acerca del mejor momento de regresar al Enterprise. Sin embargo, la conversación tenía lugar en la sala de oficiales de una goleta inglesa, en el Año de Nuestro Señor de 1.579.

- Según el Señor Spock, la nave tardó unos tres segundos en colapsarse.
- Tres segundos coma seis, exactamente.
- Gracias, señor Spock... Como ya he dicho, la nave tardó aproximadamente tres segundos en colapsarse, por lo cual es vital una coordinación perfecta. Si fallamos en algo, la nave y nosotros mismos desapareceremos en el Espacio. Ahora, Scotty, dígame en qué condiciones se encuentra el Enterprise.
- Bien, la sala de transportación tiene los sensores fijos en nuestra posición actual.
- ¿Es posible calcular eso?
- No, pero cómo podemos escoger en qué lugar aparecer, mejor será que acertemos.
- Bien, Scotty. ¿Y para escapar de la Cinta?
- Antes que nada tendremos que activar los escudos. Después podremos salir.
- Pero...
- Pero como el deflector frontal está ajustado para el escape, no tendremos escudo en esa parte de la nave.
- De acuerdo. Nada más llegar, Spock, Sulu y yo nos dirigiremos hacia el puente y esperaremos su señal para escapar enseguida. Usted, Uhura y Chekov ocúpense de conectar los escudos desde transportación.
- Jim -dijo McCoy- no podrás llegar al puente en...
- Exactamente en tres coma seis segundos -intervino Spock.
- ...En poco más de tres segundos.
- Ahí entras tú, Bones. Debes transportarnos enseguida al puente, si no acabaremos más aplanados que el pelo de Spock.
- ¿Cuánto cree que durará toda la operación, Spock?
- Contando con que el doctor es un simple humano, creo que tardaremos... un par de segundos.

Las carcajadas volvieron a la tripulación. Spock había dejado de bromear desde que llegaron a la Cinta, pero ahora volvía a hacerlo.

- Entonces todo está claro. Con un poco de suerte, dentro de poco estaremos de vuelta.
- Jim, ahora que estamos juntos de nuevo hay algo que te quiero preguntar
- ¿Qué es, Bones?
- ¿Qué se siente al estar muerto? Este maldito vulcano nunca ha querido decírmelo.
- Ha sido terrible. He pasado todo este tiempo en mi nave, con mi tripulación y haciendo lo que yo he querido.
- Vamos Almirante -dijo Uhura- no pretenderá que nos creamos que se lo ha pasado bien.
- Lo más probable es que ni siquiera se diera cuenta de nada.
- Tiene razón en parte, señor Sulu, pero no todo ha sido así... La verdad es que en un primer momento tuve mucho miedo. Cuando vi cómo aquella pared, lo único que me mantenía a salvo, desaparecía, pensé: "Hasta aquí has llegado, Jim. Mañana sólo serás una placa en algún salón de la Flota". Después vino lo peor.
- La sensación de haber muerto.
- No Scotty... La de estar solo.

El silencio fue completo tras estas palabras. Sin decir nada, Jim se levantó de la mesa y se dirigió a cubierta. No había ya nadie allí. Cuando Spock le explicó que todo era producto de su mente decidió prescindir de los miembros no reales de la tripulación, pero el resto de la escena seguía allí. Llegó hasta la proa del barco y se puso a contemplar las estrellas, que brillaban en un cielo totalmente despejado.

- Si soy capaz de soñar todo esto, entonces también podré devolverlos al Enterprise.

- Ya tienes tu barco, Jim, ¿estás buscando ahora la estrella?
- ¡Bones! ¡Ojalá fueran de verdad! Las echo de menos, siempre pensé que sería feliz como capitán de barco, pero ahora me doy cuenta de que no necesito olas, sino estrellas. Mi mar no es éste, sino el Espacio.
- Creo que eso podemos arreglarlo

Bones sonrió, y al momento se encontraron de vuelta en el Enterprise, mirando por el ventanal del observatorio hacia las estrellas. Apenas habían pasado unas pocas semanas desde que la última vez que Jim había estado allí con Spock, y aunque ahora sabía que sólo era una ilusión parecía demasiado real para ser ignorada.
- Es fantástico este Nexus. Creo que voy a desear tener de nuevo veinte años para poder vivir una vez más.
- La única pega de la Inmortalidad...
- ...Es que es mortalmente aburrida... Lo sé. Sólo bromeaba. He tenido una vida que cualquiera podría envidiar.... Bueno, salvo tal vez ese monstruo inhumano que me ha metido en este lío.
- ¿Sabes Bones?, jamás pensé que Spock fuera capaz de hacer algo así. Podría haberlo esperado de cualquier otro, pero no de él... Supongo que no lo conozco lo suficiente.
- No creo que haya nadie que lo conozca lo suficiente.
- Sí, creo que tienes razón...
- ¿Jim?
- ¿Sí Bones?
- ¿Crees que lo lograremos?
- Escapamos de una cárcel Klingon, ¿verdad?
- Eso no contesta a mi pregunta, y tú lo sabes.
- Eso es cierto, no la contesta.
- ¿Y bien?
- Vamos con los demás, hay mucho por hacer todavía.
- ¿Que no conoce lo suficiente a Spock? pues ya actúa como él -masculló McCoy.

Dentro, todos los esperaban con impaciencia. Ahora volvían a estar de nuevo en la vieja goleta.

- Almirante -dijo Spock nada más entraron- he estado hablando con el señor Scott y ambos pensamos que la maniobra de transportarnos hasta el puente desde dentro de la nave es muy arriesgada.
- Ya lo hemos hecho antes, Spock.
- Sí Almirante, pero ni siquiera sabemos si los transportadores funcionarán cuando volvamos.
- ¿qué suguiere Zspock?
- Algo muy simple, señor Chekov, que volvamos a la nave en lugares diferentes. El Almirante, Sulu y yo mismo nos transportaremos al puente, mientras que Scotty aparecerá en la sala de máquinas para poner en marcha el motor desde allí. Uhura y Chekov irán con él por si acaso necesitara ayuda. Así evitaremos el peligro de que haya alguna conexión suelta.
- ¿Podemos hacerlo?
- Sí, señor Sulu. Lo único imposible sería volver al Nexus. Sólo tenemos una oportunidad.
- Bien, ¿y a qué esperan? Colóquense en posición, vamos a volver... Spock, una última pregunta: ¿Por qué Espronceda?
- Tenía que escoger a alguien no demasiado conocido y que además hubiera vivido después del siglo XVI, y tras esa época hay muy pocos poetas que hayan cantado a la vida en el mar... Entre todos ellos, José de Espronceda era el más adecuado.
- Fue una buena decisión, Spock.
- Gracias, Almirante.

Todos se agruparon en el centro de la sala, esperando la señal.
- Volvamos a casa -dijo Kirk, y todos desaparecieron.
Instantes después, las sirenas y las luces aturdieron a Jim. La cuenta atrás acababa de extinguirse.

- ¡Spock!, ¡Sulu! ¡A sus puestos!
- Listos para salir, Almirante.
- Vamos Scotty, dame esa potencia.

El intercomunicador habló de pronto.

- ¡Espero que estén ahí!. ¡El casco no aguantará mucho, vámonos!
- Potencia máxima, señor Sulu
Las manos de Sulu volaban de un control a otro.
- Spock, ¿cómo está la nave?
- Colapso estructural en dos segundos.
- ¡Agárrense!

Sulu pulsó el último botón, y con el ruido de fondo de los motores llegando y pasando sus límites, el Enterprise se liberó de la Cinta. Durante unos interminables segundos, en toda la nave lo único que se oyó fue la sirena de la alerta roja.

- Cancelen la alerta -ordenó Jim. La sirena calló por fin- Sulu, Spock... ¿Cómo se encuentran?
- Yo estoy bien, Almirante.
- ¿Spock?
- Aquí estoy Almirante. Me encuentro..... Bien.
- vamos a ver a los otros.

Eso no hizo falta, pues en aquel mismo momento entraron Scotty, Uhura y Chekov en el puente.

- ¿Están todos bien?
- ¡Lo estamos, señor Scott!... Ahora dígame una cosa... ¿Por qué tardamos tanto en salir?
- Almirante, es cosa difícil poner en marcha dos motores a la vez.
- ¿Dos.... motores?
- Si señor, durante su ausencia nos tomamos la libertad de hacer unas reformas en el Enterprise.
- ¿Reformas?
- Señor, pretendían convertirlo en un museo, así que la hemos convertido en la nave más veloz y potente de la Galaxia.
- ... Ya me explicarán eso luego. Ahora díganme. ¿Dónde está el Doctor?
- No estaba en transportación, Almirante. Pensamos que estaría con usted.
- Pues no, ¿Lo ha visto usted, Sulu?
- No, Almirante
- Almirante -intervino Spock- Es posible que yo sepa donde se encuentra.
- Lléveme hasta él, rápido.

Spock se dio la vuelta y salió del puente, Jim lo siguió. Juntos bajaron hasta las bodegas y al abrir una puerta se encontraron allí a McCoy, con un buen vaso de cerveza Rómula en la mano.

- ¡Jim! ¡Spock!, parece que lo conseguimos después de todo, ¿Eh?
- ¿Qué estás haciendo aquí, Bones?
- Bueno, después del cambio de planes me quedé sin misión alguna, así que me dije: "Bones, puede que mueras hoy, así que por lo menos asegúrate de hacerlo a lo grande"... ¿Qué?... ¿Les apetece un trago?

Spock miró a Jim, Jim miró a Spock, y ambos se unieron a Bones... no sin antes llamar a los demás.... ¡Qué diablos!, ¡Estaban vivos!





















EPÍLOGO:
LA ÚLTIMA MISIÓN


- Cuaderno de Bitácora de la Nave Estelar Enterprise, Nueva Fecha Estelar 0017.0: Hace escasos minutos mi tripulación ha culminado con éxito una de tantas misiones imposibles. Ésta vez mi agradecimiento es mucho mayor que normalmente. Cuando todos pensaron que había muerto, ellos siguieron la pista de una vaga esperanza. Cuando me vi perdido para siempre, mis amigos vinieron a rescatarme. He aprendido muchas cosas en éste poco tiempo, pero la más importante de ellas es que, mientras los tenga a ellos, nunca estaré solo.

Ahora nos dirigimos de vuelta hacia la Tierra, para intentar convencer al Alto Mando de que, aunque nuestros rostros lleven las marcas de muchos años, nuestra ilusión y coraje siguen inalterados. No sé cómo van a reaccionar al vernos, seguro que dicen que a nuestra edad sería más productivo dedicarnos más tiempo a nuestra familia.... Y eso es precisamente lo que vamos a hacer. Eso quiere decir que tendré que renunciar a mi nuevo grado de Almirante. Mi puesto es el de Capitán del Enterprise, y nunca renunciaré a ese privilegio por un puesto en tierra, por muy alto que sea...

Según me han contado, el general Korrd y el resto del Imperio Klingon han sido de gran ayuda en esta misión... En realidad han tenido que convencerme de ello, pero después de ver nuestro nuevo motor he acabado por aceptar lo que me parecía imposible... Spock también me ha dicho que han puesto mi nombre a su nueva nave insignia con motivo de mi muerte, así que seguro que mi reaparición provoca más de una decepción profunda... Tan solo espero que no se desdigan en lo del nombre, siempre es un orgullo que reconozcan tu labor. Nadie en todo el Universo ha destruido tantas de sus naves como yo. Para ser justo debería deshacerme de todo el rencor que siempre les he guardado, pero creo que la edad me está haciendo tan cascarrabias como Bones. Creo que empezaré aconsejando al alto mando que sigamos con el desarrollo del nuevo motor mixto que ahora llevamos, que por fin trabajemos juntos, Klingons y Humanos, como parte de la misma obra maestra que es nuestra galaxia común.

Jim acabó de hablar y revisó frente al espejo hasta el último detalle de su uniforme. Sacudió una manga, estiró su chaqueta y se dirigió hacia el puente. Nadie se cruzó con él, toda la nave estaba vacía, pero siguió andando. Entró en el turboascensor y dijo: "Puente". La puerta se abrió y allí estaban ellos, cada uno en su puesto, como siempre había sido. McCoy, Spock, Uhura..... ¡Y su sillón!. Sin decir nada avanzó hasta él y se sentó, mirando fijamente la pantalla principal. Se detuvo un rato a pensar, hasta que se dio cuenta de que todos lo miraban.

- ¿Qué rumbo tomamos, Almirante? -Preguntó Sulu.
- ¿Rumbo?.... A casa, señor Sulu, a casa.
- A sus órdenes, Almirante.
- ¡Señor Sulu!
- ¿Almirante?
- No vaya demasiado a prisa.

Estos son los viajes de la Nave Estelar Enterprise. Su misión: Seguir explorando nuevos y extraños mundos. Seguir buscando nuevas formas de vida y nuevas civilizaciones... Seguir yendo valientemente a dónde nadie ha llegado antes.

FIN

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